La esclavitud puede ser recordada de dos maneras: la primera es la recreación de la parte vil e inhumana de la esclavitud…

La barbarie, alimentada por la codicia, que no reparó en nuestra condición humana, y nos arrancó, sin piedad, de nuestros sitios sagrados, de nuestros seres queridos, de nuestras rutinas en paz y armonía con la naturaleza, para convertirnos en mercancía… vendernos y comprarnos, sin recato ni remordimiento… valorándonos no por nuestros atributos como seres humanos, sino por nuestras propiedades físicas… como lo constituyó el código comercial de tachas Físicas y Morales, que servía para negociar el precio por nuestras vidas forzadas al trabajo. O como fue el sistema de crimen y castigo, que la colonia establecía, para garantizar a nuestros amos, nuestro control y productividad en la minas y plantaciones. De estos pasajes quedan los recuerdos tristes con sonidos de látigos, con mutilaciones de orejas, manos y pies, con enfermedades nuevas adquiridas por el hacinamiento, el trabajo sin tregua, y la humillación, humanamente inexplicable; cuyos efectos perduran hasta las generaciones actuales. Esos son los cuadros y sentimientos que conforman nuestros recuerdos como víctimas.

La segunda, o la otra manera de recordar la esclavitud, es la de la dignidad… la de la resistencia a tan oprobioso sistema de explotación y opresión.

Amparados en un profundo sentido de dignidad, fundamentado en la tradición ancestral, que confiere el hecho de ser paradójicamente la cuna de la civilización humana… los africanos esclavizados (incluyendo príncipes y reyes, sabios, filósofos y artesanos, músicos y poetas) prefirieron por miles, acabar con la humillación y su cautiverio lanzándose al mar, o recuperar su dignidad, ayunando hasta recibir con altivez el sueño eterno.

Y en tierra firme, nuestros antepasados hicieron del cimarronaje el método para edificar en los palenques, sus santuarios de libertad y de justicia… nacieron así los primeros luchadores de la dignidad como Bayano y Felipillo en Panamá, como Cudjoe en el Caribe y Zumbí en Brasil, como el General Concha y Otamendi en el Ecuador, como los maroons en Jamaica, los bush nigger en Surinam y los pueblos garífunas en el Caribe y Centroamérica.

Esta tradición de lucha y resistencia, naturalmente, coadyuvó a que imperara la razón relativa y se aboliera la esclavitud, sellando una nueva época de opresión sin cadenas, pero con grilletes económicos, sociales y culturales tan inhumanos como la experiencia de la esclavitud.

La resistencia encontró nuevos métodos y formas de lucha, que por varios siglos escribió páginas importantes de la presencia de África en América. Quedan como memorias de la dignidad que propició la esclavitud, la labor de personalidades como Nat Turner, Frederich Douglass, Marcos Garvey, Maceo, Toussaint Loverture, Luther King y Malcom X.

Pero la resistencia también resultó una fuerza de inspiración creativa en la música con el blues , el soul , el jazz , el son, el calipso, la samba y el reggae .

También hubo resistencia en la fuerza de la palabras de Nicolás Guillen, Edward Kamau Brathwaite, Jorge Artel, Miguel Barnet, Nelson Estupiñán Bass, Armando Fortune, Nicomedes Santa Cruz, Manuel Zapata Olivella, Quince Duncan, Earl Lovelace o Frantz Fanon. Importante igualmente han sido los mensajes en las voces de Bob Marley, James Brown, Mighty Sparrow, Beny Moré, Gilberto Gil y Pablo Milanés, para mencionar algunos.

Fue la resistencia la que nos convirtió en la primera raza global, al hacernos de idiomas, que no eran los nuestros originales, sino de nuestros amos, y con ello, recuperar nuestro talento y vocación de conocimiento, conquistando roles y posiciones vitales en el sistema económico, que hicieron florecer ciudades y pueblos, comunidades y naciones a lo largo y ancho de este continente.

Gracias a esa resistencia frente a la exclusión, hoy los países del continente y del mundo han podido contar con figuras negras destacadas en todos los ámbitos de la vida humana: las ciencias, la política, la medicina, la sociología, el derecho, el periodismo, la educación y los deportes, entre otros.

Gracias a la resistencia, América Latina es hoy una hermosa síntesis étnica y cultural, con la presencia indiscutible de América indígena, Europa y África.

Han sido estos esfuerzos generacionales y transnacionales de libertad de los pueblos africanos en todo el mundo los que han hecho a los hombres recapacitar sobre los errores cometidos haciendo un acto histórico de mea culpa, con la Declaración y el Plan de Acción de la Conferencia Mundial de Durban, contra la Discriminación, el Racismo, la Xenofobia y toda otra formas de intolerancia.

La aprobación escalonada de instrumentos de alcances y compromisos internacionales entre los estados han ido construyendo el camino para que las generaciones actuales y por venir finalmente después de 500 años, recuperen de una vez por todas su libertad, que no es más que el derecho que como ciudadano tienen para vivir en plena capacidad y posibilidad que le otorga su condición de seres humanos, hasta ahora imposibilitada por las huellas de la esclavitud.

El camino aún está lleno de escollos y dificultades, entrar en ella, asumir con conciencia parte de la responsabilidad y compromisos de seguir resistiendo, es la forma más loable de rendirle tributo a nuestros ancestros esclavizados y los que han continuado luchando hasta nuestros días, ya sea a título personal o como organizaciones, como han sido los ejemplos de ARENEP, UNNEP, APODAN, el Congreso de Cultura Negra de las Américas, el Congreso del Negro Panameño, la Asociación de Empleados de Plata (Zona del Canal), el Local 900 y 907, la Asociación Afropanameña, el Centro de Estudios Afropanameños, la Sociedad de Amigos del Museo Afroantillano, la Logia Justicia Elks, la Fundación Etnia Negra de Colón, el Foro Afropanameño, la Red de Mujeres Afropanameñas, la Coordinadora de Organizaciones Negras, el Consejo Nacional de la Etnia Negra, la Alianza Rastafari, la Iglesia Episcopal, el Observatorio Afropanameño George Prestley y la Fundación Bayano, entre otras.

Ha sido el compromiso y sacrificio de los miembros de estas organizaciones y otras personalidades afropanameñas dentro y fuera de nuestro país, principalmente los residentes en los Estados Unidos, lo que ha colocado las aspiraciones de justicia e igualdad del negro panameño en el sitio de importancia que ocupa hoy en la vida del país.

Nuestra resistencia continua, y habrá de intensificarse dentro de este Decenio Internacional de los Afrodescendientes para hacer de Panamá una verdadera nación intercultural. Las nuevas generaciones afropanameñas aglutinadas en la Red de Jóvenes Afropanameños ya se han ido empoderando en los sitios estratégicos que les corresponde ocupar, para hacer sostenible este proceso de resistencia generacional que no significa más que construir una patria sin discriminación.

Fuente: La Estrella de Panamá

Gerardo Maloney

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