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"El Instituto Nacional: cuna de sabiduría, libertad y compromiso patrio"
Por Bárbara Bloise
Promoción 1982
La escuela sí importa. Fuimos privilegiados: mi querida madre y mis hermanos, tuvimos el honor de entrar , durante seis años, por el vestíbulo del Instituto Nacional de Panamá. Allí, una frase de Emerson marcó el rumbo de nuestras vidas:
“Solo los que construyen sobre ideas, construyen para la eternidad.”
Esa entrada majestuosa, custodiada por las imponentes esfinges —símbolos de sabiduría y genialidad— nos recibía con la promesa de un futuro forjado en pensamiento crítico y amor patrio.
Mi madre, Bárbara Navarro de Bloise (q.e.p.d.), egresada en 1946, cumpliría 79 años en este 2025, de graduada del Instituto Nacional de Panamá. Fue docente de español durante 25 años, sembrando en nosotros el amor por las letras, el Nido de Águilas y la patria.
Mis hermanos anidamos en ese Nido de Águilas:
• Brenda Bloise, promoción 1975 (cumplió 50 años de egresada),
• Blas Bloise Navarro (q.e.p.d.), promoción 1978 (47 años),
• Bárbara Bloise, promoción 1982 (43 años),
• Briseida Bloise, promoción 1983 (42 años),
• Boris Bloise, promoción 1985 (40 años).
Y desde la Escuela Normal Juan Demóstenes Arosemena, mi padre, Blas Bloise Calderón, promoción 1950 (75 años de egresado), también dejó huella. Fue líder juvenil y defensor de la soberanía nacional, alzando su voz contra el Convenio Filós-Hines, que pretendía extender la presencia militar estadounidense en suelo panameño tras la Segunda Guerra Mundial. Protestó con firmeza contra las bases en Río Hato, demostrando que la juventud tiene un papel protagónico en la historia de dignidad de Panamá.
Nuestro hogar fue una escuela de pensamiento crítico, ciudadanía activa, reflexión y debate. El Instituto Nacional y la Normal de Santiago a través de un legado de maestros, Don Blas y Doña Bárbara, la conexión con los grandes líderes de la humanidad, a vibrar con amor patrio en cada marquesina, en cada consigna, en cada voz docente y en cada amistad que aún perdura.
Las esfinges del Instituto Nacional, traídas desde Italia y esculpidas por Gaetano Chiamonte, representan ideales eternos: La cabeza humana: el razonamiento; El cuerpo de león: la valentía y Las alas: la libertad. Son guardianas de un legado que debe ser rescatado y fortalecido.
En este 114 aniversario del Nido de Águilas, el Instituto Nacional debe seguir siendo referente de excelencia, pensamiento libre y compromiso social. La juventud merece una educación de primer mundo, con oportunidades reales de movilidad social. Tenemos una deuda con el derecho a la educación.
El movimiento Alma Mater debe fortalecerse con egresados que regresen a su escuela a ofrecer tutorías, mentorías y apoyo para preparar a las nuevas generaciones ante los desafíos de la transformación digital y el desarrollo social.
Feliz aniversario 114, Instituto Nacional de Panamá.
Gracias por ser el escenario de nuestros mejores días de juventud, de amor patrio, de alegría y de sueños compartidos. Ojalá la solidaridad prevalezca sobre las circunstancias, y que jamás retrocedamos en valores ni en derechos humanos.
¡Todo por la gloria institutora!
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