El mundo de hoy, por el tiempo transcurrido, el progreso alcanzado y las lecciones aprendidas, está constituido por seres humanos, mal que bien, mucho más conscientes e inteligentes. Casi todas la naciones del mundo muestran con orgullo los rasgos que los definen social y culturalmente.

Los pueblos y grupos étnicos recrean su manera de ser, sus luchas y su identidad. Quedan hoy en día, realmente pocas personas convencidas de que son biológica, social o naturalmente inferiores. Esta realidad sobreexpone ante el mundo de hoy la existencia de cualquier sistema social que se fundamenta en la superioridad de una raza sobre otra. La lucha de hombres como Nelson Mandela, han contribuido a construir esta conciencia universal, cada vez más sólida, de que es inaceptable cualquier sistema social que por excluyente atenta contra la libertad y la igualdad.

SUDÁFRICA: ANTES Y DESPUÉS

Sudáfrica, donde los Europeos instalaron con éxito un régimen social fundamentado en las diferencias raciales con el apartheid, llegó a ser uno de los países más ricos del mundo. Con una superficie de 1,221,037 Km2, y una población actual de más de 52 millones de habitantes, que hablan afrikaan, inglés, y las lenguas bantues y practican formas religiosas como el protestantismo, catolicismo, animismo, y el hinduismo; tiene como capital Ciudad del Cabo, aunque Pretoria en términos administrativos y políticos es su verdadera capital. Sus otras ciudades importantes son Johannasburgo, Durban, Port Elizabeth y Vereeniging. Aunque el principal componente de la economía es la minería (oro y diamantes) La ex república del apartheid obtiene importantes divisas por la explotación de recursos agrícolas, ganaderos e industriales. Son principales productores en el mundo de maíz, trigo, azúcar, tomates, naranjas, ganado, ovejas, carbón, manganeso, abonos nitrogenados, cemento, papel, cerveza, etc.

SEGREGACIÓN Y PODER ECONÓMICO

Todo el poder económico durante el apartheid , se encontraba en la población blanca un 17% de la población total. La población negra compuesta por la etnia bantú (xosa, zulu, sotho, bechuana, suazi, endele y wenda) conforma un 70% de la población, y durante el apartheid , estuvo recluida en reservas denominadas bantustanes. El resto de la población la conforman chinos o indostanés (3%) y un 9% de mestizos (blancos con hotentotes).

El racismo institucionalizado en el sistema del apartheid es la fundamentación jurídica, política e ideológica que permite el control de una memoria blanca, sobre los principales recursos y riquezas del país. La segregación racial, garantizaba el régimen de explotación del pueblo negro trabajador de su África, impidiendo su organización y sus luchas contra la opresión. De allí que la esencia política del Régimen del apartheid sea la represión y la violencia.

La superioridad numérica de la población negra, así como las experiencias y ejemplos de resistencia, como fueron la epopeya de luchas de los pueblos Zulu, con su famoso líder Shaka Zulu, siempre gravitó como peligro latente en la población blanca, que contenía por las leyes racistas y por el uso de la fuerza, como fue la Masacre de Sharpeville, a la mayoría negra.

LAS CLAVES DEL APARTHEID

En realidad apartheid , significa esclavitud en su versión más moderna o contemporánea. Se basa en las diferencias raciales para establecer un sistema en el cual unos hombres, ‘los blancos’, considerados superiores, se abrogan todos los derechos propios de cualquier ser humano, sobre otros ‘los negros’ que son considerados como seres humanos inferiores, y por tal condición, condenados a sufrir las consecuencias. En el caso de Sudáfrica, los afrikaans (blancos nacidos en África) consideran que el apartheid , les permite cumplir con los preceptos religiosos que los designa a ellos los afrikaans , como un pueblo superior, predestinado a reinar sobre una mayoría bárbara. El apartheid le permitió a los afrikaans , mantener el control del estado frente a los intereses de los ingleses, expresados en los conflictos Anglo-Boer.

LAS EXPRESIONES DEL APARTHEID

La ley Bantu de 1952, obligaba a todo africano mayor de edad, llevar un pasaporte Interno, como mecanismo de control de la mano de obra, y del movimiento de la población. Una parte importante de los africanos eran condenados por los delitos de la ‘Ley de Pases’. En cuanto a los servicios, se accedía a estos de acuerdo con la condición racial; se concurren a escuelas, iglesias, restaurantes, cines, playas y clubes segregados. El acceso a lugares públicos, cabina de teléfonos y paradas de taxi se hacía por entradas diferentes.

Existían horarios diferentes en bibliotecas, zoológicos, galerías de arte, museos y jardines públicos, sistema parecido —guardado las proporciones— al que funciono en la Antigua Zona del Canal de Panamá, conocido como gold roll y silver rolI .

En materia política la población negra, no tenía representación en el Parlamento, y tampoco podían desempeñar ciertos empleos.

El 50% de la población negra ocupaba las zonas de reserva bantustanes; la tasa de desempleo y la pobreza era alarmante en esas zonas. Ningún africano negro podía entrar a las zonas urbanas si no tenía un pase, y permanecer allí por más de 72 horas, sin permiso de trabajo. El trabajador negro, aunque podía obtener permiso para trabajar en la zona blanca, podría ser deportado de la misma si violaba las reglas estrictas de empleo y del apartheid. Ningún africano tenía derecho a adquirir propiedad de tierras en algún lugar de Sudáfrica.

Aunque el sector más pobre era el de los negros, se les gravaba impuestos más pesadamente que a los blancos. Todos los hombres mayores de 18 años pagaban un impuesto.

EL LEGADO DE MANDELA CONTRA EL ‘APARTHEID’

La vocación de lucha de Nelson Mandela, y cualquier otro dirigente contra la opresión, la injusticia y la desigualdad está inspirada tanto en los ideales, cuya fortaleza se obtiene por los niveles de conciencia, y naturalmente por la experiencia y los sufrimientos generacionales compartidos. Mandela al igual que los otros importantes dirigentes del Congreso Nacional Africano ( ANC por sus siglas en inglés) hicieron suyas las voces de generaciones enteras de africanos, desposeídos por la fuerza, de sus elementales derechos propios de su condición de seres humanos. Ese estado de conciencia, fue inspiración y fortaleza de Mandela, que le permitió, pagar en carne propia lo inhumano del apartheid, cosa que fortaleció su orgullo, y su dignidad, haciendo más relevante la legitimidad de su lucha.

Igualmente significativo fue para su organización, la ANC, con dirigentes formados y decididos a utilizar todos los caminos y recursos para acabar con el sistema de opresión de sus pueblos. Quizás por eso pudo resistir su cautiverio por más de 25 años, y ver culminado su sueño, cuando se eliminó de la constitución de Sudáfrica, el último párrafo, la última palabra que sustento el régimen del apartheid .

Al final de esta historia, Mandela, pudo agradecer como primer presidente negro de su nueva nación refundada, libre del apartheid , el respaldo internacional de pueblos enteros que entendieron la legitimidad de su causa, y que hoy miran con respeto y emoción desde diferentes espacios nacionales, como el mundo entero le rinde tributo a este notable ser humano, revestido de la piel y el corazón de África.

Ojalá que el ejemplo de Mandela a cien años de su natalicio, contribuya a que se cumplan cabalmente el sentido final de su lucha, la igualdad y la justicia social sin exclusiones.

Fuente: La Estrella de Panamá

Agenda Ciudadana

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