Como todo en la vida, las etiquetas que tendemos a utilizar tienen su parte positiva y negativa. Nos ayudan a catalogar los sentimientos, las orientaciones, los géneros y todos aquellos aspectos de nuestra vida sexual y social para que los demás, y uno mismo, sepan a qué atenerse. Pero también se pierde la fluidez y la autenticidad de ser uno mismo, sin catalogaciones ni clasificaciones. En los últimos años, han nacido nuevas etiquetas y nuevas orientaciones, que quizás antes ya existían pero que nadie se había parado a reflexionar. Entre ellas está la heteroflexibilidad.

¿Qué es eso de la heteroflexibilidad?

Según esa maravilla omnisciente conocida como Wikipedia, “la heteroflexibilidad es una forma de orientación  o comportamiento sexual situacional que se caracteriza por la actividad homosexual limitada a pesar de una orientación fundamentalmente heterosexual que se considera distinta de la bisexualidad”. Al parecer, este fenómeno se ha desarrollado en los últimos años aunque, desde el año 2000 más o menos, comenzamos a tener estudios y opiniones científicas consistentes.

Posiblemente, el debate sobre la heterosexualidad saltó a la opinión pública a raíz de acciones como el beso de Madonna a Britney Spears en los premios MTV en 2003, la canción de Katy Perry, I Kissed A Girl; o la de Lady Gaga, Poker Face.  En el libro de Steven Seidman, Introducing the New Sexuality Studies , que contiene una excelente síntesis del concepto de heterosexualidad, se explica que “las decisiones personales están superando al contexto político y global sobre la sexualidad social”.

Sin embargo, Seidman no se limita en ofrecer una única visión sobre el fenómeno y expone la discusión, dentro de la ortodoxa comunidad científica, en la cual se plantea que la heteroflexibilidad sea simplemente “una ilusión del progreso sexual inexistente”. Por eso, otros investigadores han afirmado que la fluidez de la sexualidad y la resistencia hacia las categorías de identidad de género quizás sea “un indicador del rechazo de la sociedad hacia las clasificaciones binarias de género”.

Cada vez hay más personas heteroflexibles

Llegados a este punto es importante recordar que, en un principio, esta etiqueta estaba asociada directamente con las mujeres. Popularmente se ha afirmado que el sector femenino es bisexual por naturaleza, dejando a un lado a la población masculina. No obstante, en 2010 un artículo del New York Times con el título Gay? Whatever, Dude, demostró como, poco a poco, y gracias a la aceptación social de la homosexualidad en los últimos años, muchos hombres y mujeres se han replanteado su orientación.

A pesar de que algunos se resistan a aceptarlo, es una evidencia que cada vez más hombres están abriéndose a nuevas experiencias y a reconocer cierta atracción hacia otros hombres. De hecho, aunque se definan como heterosexuales, dejan claro que no todo tiene que ser o negro o blanco, sino que todos, independientemente de su sexo, tienen un amplio abanico de grises a su alcance.

Para ser heteroflexible no hace falta que hayas tenido relaciones con una persona de tu mismo género, simplemente, y si se dan las circunstancias adecuadas; podrías llegar a tener un encuentro homosexual. Dentro de esta etiqueta, también encontramos aquellos/as que han tenido relaciones con otras personas de su mismo sexo y se siguen considerando heterosexualescon la posibilidad abierta de que, en un futuro, se pueda volver a repetir la experiencia. Y por supuesto, vivimos en una sociedad donde, por suerte, se están rompiendo con los géneros binarios hombre-mujer y, por tanto, cada vez más hombres y mujeres se sienten atraídos hacia personas andróginas, transexuales, intersexuales o de género fluido.

¿Bisexual o heteroflexible?

A pesar de todo, hay una diferencia con respecto a la bisexualidad. Los heteroflexibles asumen que un encuentro homosexual es posible aunque son principalmente heterosexuales. Sin embargo, los bisexuales son conscientes de su atracción activa hacia ambos sexos. Es por eso que también encontramos la homoflexibilidad, personas homosexuales que pueden tener algún encuentro esporádico con personas del sexo opuesto sin que eso signifique que sea su principal atracción. Parece que, poco a poco, nuestra sociedad se está relajando en cuanto a orientaciones sexuales y definición de géneros, asumiendo la posibilidad de encuentros que hace no tanto tiempo ni se aceptaban, ni se permitían.

Fuente: https://www.codigonuevo.com/

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