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Celebración de los 60 Años de la Gesta del 9 de Enero de 1964.

Testimonio de José Napoleón Nativí Peart, uno de los héroes que entregó el
Pabellón Nacional al Presidente Roberto Chiari.

Fecha: 9 de enero de 2024
Lugar: Instituto Nacional de Panamá

Me formé en el barrio de Santa Ana, al frente del Restaurante Napoli de la Calle
Estudiante.

Mi vivienda era de madera, con dos cuartos, uno con vista al Instituto Nacional.

De niño, recuerdo los atropellos que recibían los Institutores durante sus manifestaciones.  Muchos se ocultaban en nuestros baños comunales, pero a veces la policía los encontraba y les entraban a toletazos. Recuerdo a una estudiante desmayada del Liceo de Señoritas, le dimos refugio en nuestra vivienda y la acostamos en una de las camas. Mi abuela le preparó un té; para nuestra sorpresa la joven respondió “está muy salado”, mi abuela en la tensión, le había servido sal en vez de azúcar.

De niño, son inolvidables mis escapadas y caminatas a las faldas del “Cerro Ancón”, el cual estaba controlado por el enclave colonial establecido en el área determinada como “Zona del Canal”. Fueron grandes las jornadas que pasé en compañía de amigos disfrutando del ambiente silvestre, lleno de arbustos y árboles. Reconozco un árbol de mango a larga distancia, contemplándolo por su tronco, hojas y frutos. ¿Cuántos mangos me comí para esa época? Fueron cientos; identificándome con él para el resto de mi vida, manteniendo actualmente en mi hogar tres, los cuales me dan fruto todos los años. En estas aventuras, fui capturado en una de ellas por la policía zoneita, quien me registró en su agenda y luego me liberó. Esta policía patrullaba regularmente toda la Zona del Canal y aplicaban sus leyes, detenciones y juicios de forma independiente y de enclave colonial sin tener en cuenta los derechos soberanos que el país siempre reclamó. Hoy ondea la Bandera Nacional en el punto más alto del Cerro Ancón, representando nuestra libertad y soberanía.

Desde mi hogar veía la majestuosa edificación del Instituto Nacional, y también observaba la vida que transcurría; cientos de institutores entraban y salían del colegio con sus vistosos uniformes; esto me dejó muchas huellas y una pasión por ingresar. Terminé la primaria en la Escuela Justo Arosemena de la calle 16 y finalmente mi sueño se hizo realidad cuando ingresé al Instituto Nacional en donde estuve desde los 12 hasta los 17 años. Fue en la Escuela Justo Arosemena donde en 1952, durante mi primer grado conocí a mi amigo, hermano y comprade Luis Alberto Vergara. Luis “Tito” Vergara fue uno de los estudiantes que caminó con la bandera hacia la Escuela Balboa. Nuestra amistad continuó en el Instituto Nacional y actualmente llevamos aproximadamente 70 años de conocernos.

Fue en el Instituto Nacional donde conocí a mi primera y única novia, Ruth Elvira Nicolau, mi actual esposa, quien también fue parte de la generación institutora de graduandos de 1964, y quien vivió y participó de los eventos históricos del 9 de enero. Nos conocimos en 1962 cuando cursábamos el 5to año, hoy tenemos 62 años juntos.

Los institutores de primer ciclo se distinguían por usar camisas blancas manga corta, durante esos tres años soñábamos con llegar al segundo ciclo, produciéndose un cambio en el uniforme con camisa manga larga considerándose un suceso distintivo y de honor.

Recuerdo la cantidad de horas que pasé dentro del Colegio, leyendo innumerables libros que nos asignaban, los cuales me dejaron una formación cultural al compenetrarme y deleitarme con obras escogidas de profundidad nacional y universal como “Narraciones Panameñas”, “Historia de Panamá”,
“Gamboa Road Gang”, “El Quijote de la Mancha”, “Platón”, “Aristóteles” y muchos otros. Estas obras y autores crearon un gran sentido de amor a la Patria y justicia social.

Nuestros profesores fueron educadores que admiramos y respetamos por su vocación de magníficos docentes, que nos enseñaron y formaron con un molde de firmeza sólida, preparándonos para el futuro personal de nuestras vidas y de nuestro país como halcones, tal como escribió nuestro insigne poeta panameño “Ricardo Miró” en nuestro himno del colegio “En los quietos aleros anidan las palomas emblemas de paz. Y en las aulas se mueven febriles mil halcones que ya volarán” Al recibir todas estas enseñanzas de nuestro país, comenzábamos a conocer con mayor profundidad los problemas sociales y económicos de Panamá, el amor a la patria, la soberanía, a razonar y debatir las ideas, amar a nuestra bandera e
himno nacional.

Soñaba con participar en la graduación anual del Instituto Nacional, acto solemne en que los graduandos vestían de saco blanco y corbata muy elegantes. Cada vez que tenía la leve oportunidad de observar su acto de graduación lo disfrutaba y admiraba. Lamentablemente no tuve esa graduación, ni fiestas, ni celebraciones o compartir un poco más con mis compañeros. El 9 de enero de 1964 fue nuestro último día de clases, fue el día de la gesta, y fue el día que
cambió nuestra historia.

En relación a lo que viví el 9 de enero, puedo recordar lo siguiente:
– Mi primera informacion la recibí ese día de Ricardo Hurtado, compañero institutor aproximadamente a las 5 de la tarde.
– Me dirigí a la Avenida 4 de Julio, actual Avenida de Los Mártires, y lo que vi y sentí fue indescriptible: cantidad de compañeros institutores que venían llegando al borde de esa calle, llorando, expresando como habían sido ultrajados y rasgado la Bandera Nacional.
– Recuerdo haber visto los primeros heridos cerca de la Calle limítrofe del barrio San Miguel.

– El día 10 de enero me dirigí temprano al Instituto Nacional, con el afán de saber cómo iban los acontecimientos y me encontré con el Rector profesor Dídimo Ríos y los compañeros que estaban ese momento como Eligio Carranza y Jorge Mastellari. El profesor Ríos nos informó que deberíamos trasladarnos a la Presidencia a entregar la Bandera rasgada.
– Recuerdo en la Presidencia una gran cantidad de personalidades y autoridades; el ambiente era serio y sobrio, nunca…, nunca olvidaré la cara del Presidente Roberto Chiari consternado al recibir la Bandera Nacional desgarrada.

El 9 de enero nos inmortalizó como nación y permitió la real independencia del país convirtiéndose en una nación libre, independiente y soberana. ¿Qué es ser un Institutor? Las personas preguntan, ¿qué es ser institutor? Los institutores pensamos que es el legado histórico de luchas y prestigio; de figuras de grandes hombres institutores que nos han antecedido, cuyos nombres y ejecutorias han sido de prestigio para el país.

Comprender el hecho de ser institutor lo llevo gravado en las inmortales palabras de la gloriosa institutora Reina Torres de Araúz, quien nos dejó esa esencia con su pensamiento: “Es un privilegio ser institutor. La Patria se rehace en cada generación institutora: quienes han sido institutores, han tenido una vivencia que jamás termina y por eso, somos aguiluchos por toda la eternidad.”
Todas estas vivencias me hacen llevar por siempre en mi corazón el amor al
Instituto Nacional. ¡Todo por la Gloria Institutora! José Napoleón Nativí Peart ¿Qué es ser un Institutor? Ruth Nicolau de Nativí
– Esposa, Institutora de la Generación de 1964 y de la Gesta del 9 de
enero.

La historia de un país no es cosa del ayer, sino es una riqueza que les pertenece a todos, por lo que debemos estar agradecidos con todos los historiadores panameños que han escrito sobre nuestra patria. Mi padre Jorge Nicolau L., en su librito Compendio de Historia de Castilla de Oro y el siglo XV, así lo señala en su prólogo: toda la actitud intelectual de nuestros historiadores es digna del
aprecio de todos los panameños; es una deuda de gratitud que todo panameño lleva consigo.

El Instituto Nacional de Panamá siempre fue un colegio donde los profesores nos formaban con los valores morales, en el saber, en la cultura, el amor a la patria, juicio crítico de la justicia social de todo lo que ocurría en el país en lo político y nacional.

Nos tocó a nuestra generación, tener al Profesor Carlos Arrieta De la Hoz, el cual nos inculcó una conciencia del país. Fue un periodo donde no tener soberanía en la Zona del Canal, era algo que en nuestras almas jóvenes nos inquietaba vivamente.

Siempre fue una lucha de todas las generaciones de institutores y de todo el pueblo panameño el ser soberano en la Zona del Canal. Nosotras, las institutoras sentíamos y pensábamos igual que nuestros compañeros. Ellos, como buenos caballeros constantemente nos protegían, pero las institutoras estabamos presentes siempre, especialmente durante hechos ocurridos durante la gesta del 9 de enero.

Ruth Elvira Nicolau de Nativí

 

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