¿Por qué la masculinidad está asociada con la fuerza o la violencia?
La violencia masculina no es inherente con nacer biológicamente hombre, por el contrario, es completamente producida por la sociedad. Una de nuestras investigaciones, en la que participaron más de 60.000 personas en 40 países, arrojó que casi tres cuartos de los hombres que sufrieron algún tipo de violencia física en sus hogares, escuelas o comunidades durante su infancia producen agresiones en sus vidas de adulto, ya sea contra sus parejas o en el ámbito laboral. De hecho, un hombre que ha sido testigo de violencia en su casa por parte de su padre es 2,5 veces más propenso de ser violento contra su pareja en el futuro. Entonces, esa asociación es más un ciclo repetido, un ciclo que es hora de romper.
¿Cómo romperlo?
Repensando la masculinidad machista y las actitudes rígidas y no igualitarias que la sostienen. El primer paso, además de abrazar y aceptar los nuevos caminos que le abre la equidad de género a las mujeres, es entender que esas actitudes violentas también nos afectan a nosotros mismos y que ya es momento de cambiarlas. Los hombres también ganamos abrazando otras formas de ser hombres.
¿Desde cuándo se han puesto a discusión las nuevas masculinidades?
Siempre dentro del movimiento feminista hemos entendido que una revolución en la vida de las mujeres implica cambios en la vida de los hombres, y parte de esta lucha nace, precisamente, de los pilares de la masculinidad tradicional que están dentro de lo que llamamos “la caja de la masculinidad”, resultado de otro estudio realizado con hombres jóvenes en Estados Unidos, México, Inglaterra y Australia.
¿Qué es la “caja de la masculinidad”?
Esa caja alberga la autosuficiencia, la fuerza, la homofobia, la hipersexualidad y la agresión como adjetivos de la masculinidad. Según dicha investigación, existe una relación muy fuerte entre estar dentro de la caja y el ejercicio del acoso y bullying, el abuso de alcohol, los accidentes de tránsito y la depresión, incluso más directa que con la pobreza. Está comprobado es dañino creer que ser eso es sinónimo de ser ‘macho’.
Entonces, ¿por qué sigue siendo tan incómodo hablar del tema?
Muchas veces los hombres no quieren conversar sobre esto porque al cuestionar la masculinidad se está cuestionando su identidad, su ser, su lugar en el mundo, o, por lo menos, el que culturalmente les enseñaron a adoptar. Por eso, una de las vías que reforzamos bastante es el cuidado como forma de humanizar lo masculino. Al cuidar de nosotros y de los otros seguimos siendo hombres pero nos abrimos a la posibilidad de tener relaciones de pareja, padre e hijo o de amistad mucho más profundas, satisfactorias, conectadas. Nuestra apuesta no es criticar a los hombres, sino proponer una masculinidad que no sea distante emocionalmente ni violenta, sino más igualitaria, cariñosa y cuidadosa.
¿Cómo va Colombia en materia de equidad de género?
Este país ha tenido claros avances frente a la violencia contra la mujer y en derechos de salud sexual y reproductiva, pero necesita involucrar a los hombres en el proceso. Es evidente que el machismo todavía está presente, además de que existe una resistencia que se esconde detrás de la “ideología de género que destruye a la familia”, pero al mismo tiempo hay una generación de mujeres jóvenes que demandan equidad y que están ahí abriendo nuevos espacios y, con ellas, hombres que abrazan esa posibilidad entendiendo que las masculinidades tradicionales ya no sirven.
Fuente: https://www.elespectador.com/